jueves, 27 de agosto de 2009

El futuro.

¿Por qué emigré?

Hace poco mas de cuarenta años, mis padres decidieron, de la misma forma que habían hecho mis abuelos, bisabuelos y tatarabuelos, irse de su terruño natal con el sueño de labrarse un porvenir mas risueño para sí mismos y para sus familias. Recuerdo los encendidos relatos de mi padre con respecto a las aventuras y penurias que pasaron mis bisabuelos, y las historias que, de primera mano, me contó mi abuelo acerca de sus experiencias en Cuba primeramente y luego en Venezuela. Todas esas historias tienen como común denominador la lucha para brindar a sus familiar un futuro mas risueño.

Y es que, por lo menos para mí, todos queremos brindar a nuestras familias el mejor futuro posible, que nuestros hijos no pasen por las penurias o dificultades que hemos pasado y que se encuentren mejor preparados que nosotros en su momento.

De la misma forma que mis bisabuelos legaron a sus hijos la mayor riqueza que existía en el momento (Las tierras de labranza), mis padres me legaron lo que en su generación consideraban la mayor riqueza: La educación. De hecho, los adultos de mi generación en mi familia somos los que tenemos mayor nivel educativo de toda nuestra historia.

Mis padres, haciendo los mayores esfuerzos, procuraron que tuviera la mejor educación posible y me brindaron todo su apoyo para que llegase a ser la persona que soy en la actualidad. Y ahora que soy padre, quiero que Anna Celeste, mi hija, tenga todas las oportunidades para que pueda ser mejor que yo, que sea una mujer mas preparada, que sea una buena ciudadana, una buena mujer y una buena persona. Quiero que tenga la mejor educación posible y, de paso, que tenga los mejores valores posibles.

Esa es una razón por la cual emigré de Venezuela junto a Lennys. El país que me vió nacer hace cuarenta años cambió radicalmente en éstos últimos diez años y podría asegurar tranquilamente que la decadencia y el atraso son los ideales del gobierno. Venezuela se ha convertido en el País del Revés. Los nuevos hábitos que se cultivan son la arbitrariedad, la discrecionalidad, el cinismo, el abuso, el oportunismo y la falta de escrúpulos. Se fomentan y exaltan la miseria, la pobreza, la vagancia y la violencia, mientras se penalizan el trabajo tesonero, la mística, la dedicación, el afán de superación y hasta disentir.

¿Existe algún futuro brillante y esperanzador en la Venezuela presente?. A la luz de la criminalización del disenso, el fomento de la cultura de la miseria y el descenso de la calidad de la educación, mucho me temo que el legado que recibirán los niños en Venezuela será un país decadente, depravado, anarquizado y desmoralizado.

Ese futuro no lo quiero para Anna.

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